El sábado pasado, 23 de marzo, murió Antonio López Ruiz, mi padre. Tenía el cuerpo cansado pero la mente despierta.
Tras la reciente publicación de la novela Asesinato en el Generalife acababa de presentar hace poco más de un mes Querida Lisi y otros relatos, y andaba preparando la salida de los Sonetos a destiempo dedicados a mi madre.
Tras una vida dedicada a la enseñanza del francés y la investigación, la Universidad de Almería le publicó en 2008 Tras las huellas de Quevedo (1971-2006), una recopilación de sus muchas aportaciones al estudio de Quevedo, su gran especialidad y afición.
Hoy descansa en paz, en el cielo de los eruditos.