29 agosto 2006

Tres semanas en Chile

En agosto he cruzado por primera vez el Atlántico y el Trópico de Capricornio. Tras una semana deliciosa con Lucía en Reñaca, con paseos por Con Con, Valparaíso, Viña del Mar, Santiago, Isla Negra... me fui al norte con Patricia y Mario: Atacama (el Valle de la Luna, los géiseres del Tatio, el volcán Láscar, la mina de Chuquicamata, Chug Chug, Chiu Chiu...), Antofagasta, Calama, La Serena, Coquimbo, el Valle del Elqui....

Desiertos de sal, minas de cobre, paisajes a veces desoladores pero llenos de belleza, y extraños animales y plantas que hasta ahora sólo había visto en libros y documentales: llamas, guanacos, vicuñas, vizcachas, chungungos, cojinoas, pingüinos de Humboldt, copaos, cardones; o familiares pero difíciles de reconocer bajo nombres como zapallo o poroto.

La gente en Chile es simpática y da muestras de generosa amabilidad; hacen que todo sea más fácil y da la sensación de que se cuidan los unos a los otros.

Otras razones para visitarlos son el pisco sour, la sopa de mariscos, las machas a la parmesana, y cualquier pescado que os ofrezcan junto al Pacífico, a la vista de lobos marinos, pelícanos y cormoranes.